LA DEBACLE NEOLIBERAL Y ALGUNAS CONFESIONES DE BLANCHARD: EL MEA CULPA DE LOS NEOLIBERALES?

Mostro además su acuerdo con los alaridos de Lucas y Sargent cuando en 1978 lanzaron su “revolución de las expectativas racionales” acusando a la teoría keynesiana de ser “defectuosa” y que “las predicciones (de la teoría keynesiana) eran salvajemente incorrectas”. Caracteriza a Lucas-Sargent de mencheviques y que cuando la agenda de investigación se volvió extrema, estos dieron pie a los bolcheviques personificados en Prescott, quienes centraron en propiedades estocásticas del modelo de Ramsey, y basaron su investigación en tres principios: micro fundamentos explícitos, definidos como utilidad y maximización de utilidades; equilibrio general; y la exploración de cuán lejos se puede llegar con poca o ninguna imperfección. A pesar de la caracterización y considerando a los nuevos Keynesianos como conservadores, considera que el producto más relevante de esta convergencia son “los modelos dinámicos de equilibrio general estocásticos”.
Es concluyente cuando menciona “que la macroeconomía está atravesando un periodo de gran progreso y expectación, y que ha habido convergencia, durante las dos décadas pasadas, tanto en la visión como en la metodología”.
Gritos de júbilo como estos nos son conocidos, más aun si es que se está en el cenit de un crecimiento económico, como el que se venía dando desde el 2002; poco antes del crac de 1929 el recién electo Presidente norteamericano Hoover predecía largas décadas de prosperidad y el economista Irving Fisher dijo que los “precios de las acciones parecen haber alcanzado un nivel permanentemente alto”; A inicios de 1990 Samuelson afirmaba que “el salvaje ciclo económico que arrasó el capitalismo maduro durante sus primeros años se ha domesticado” al poco tiempo, en 1994, estalló la crisis mexicana y tres años después la primera crisis general de la globalización. Lucas, Premio Nobel de Economía y uno de los más distinguidos líderes de una de las corrientes teóricas predominantes (la escuela de Chicago), sostenía en enero de 2003 en su exposición como Presidente de la American Economic Association, en la reunión anual de la misma, que “el problema central de la prevención de las recesiones ha sido resuelto”, la segunda crisis de la globalización empezó en 2008 y el “salvaje ciclo económico” una vez más mostraba su poder destructor de fuerzas productivas ante las atónitas miradas de los pregoneros del “nunca jamás” neoliberal.
Pues bien, Blanchard, con los comentarios vertidos en el 2008, sorprendía a propios y extraños, parecía no estar entendiendo nada de lo que estaba pasando con la crisis, a pesar de que existía un pequeño grupo de destacados economistas que, a la inversa, habían estado llamando la atención sobre los riesgos que se corrían y apuntando a varios y serios fenómenos que estaban teniendo lugar en la economía de EEUU, entre ellos, Robert Shiller, de Princeton, anticipó la burbuja inmobiliaria de EEUU y el riesgo sistémico que implicaba. Tres Premios Nobel, Paul Krugman, Joseph Stiglitz y Paul Anthony Samuelson mencionaron del riesgo de una crisis; en el mismo sentido iban las voces de Alan Greenspan y Nouriel Roubini.
Una vez que la sangre llego al rio, la crisis sistémica del capitalismo desato toda su furia contra las fuerzas productivas, la Reserva Federal empezó con los “planes de salvataje” a la oligarquía financiera, Blanchard no dudo mucho en “retractarse” y empezó a justificar la ingente cantidad de recursos destinados a salvar los bolsillos de un puñado de plutócratas y todas la medidas de corte fiscal que implica socializar las perdidas y privatizar las ganancias de los grandes monopolios en quiebra. Es por eso que en febrero de 2010 escribió un segundo artículo (2), sobre el mismo tema pero en sentido contrario, tratando de rendir algunas exequias a la fenecida teoría economía neoliberal y sobre todo tratando de servir lo mejor que pueda, como todo tecnócrata, a sus amos de la oligarquía financiera.
Uno de los primeros puntos de la “crítica” es el objetivo de una inflación baja y estable, como principal mandato de los Bancos Centrales, quienes solamente han centrado en este objetivo y no en la actividad económica en general; esto debido a la reputación originada en la “coincidencia divina”, llamada así por este comportamiento de los Bancos Centrales y el respaldo teórico de los académicos neoliberales a la meta de inflación del modelo neokeynesiano (3). En su postura anterior manifestaba que en cuanto a materia de política económica debería tenerse “estrictos objetivos de inflación y de producción”.
También reconoce que solamente han centrado en política monetaria (4) dejando todo en manos del arbitraje, sin ninguna injerencia en el sistema bancario y con una limitada política fiscal (5), esto último por la creencia generalizada de que para mantener la brecha de la producción (6) estable era suficiente las medidas monetarias; además basados en la equivalencia ricardiana (7) se creía que la política fiscal no afecta a la demanda agregada por lo tanto es innecesaria. Blanchard también reconoce que otro de sus “errores” fue no considerar a la regulación financiera como un instrumento de política macroeconómica ignorando por completo sus implicancias macro confinándola a corregir las “fallas del mercado”. Todo esto llevo según este economista a la “Gran Moderación”, que es una especie de estado celestial de los aspectos macroeconómicos de la economía, en el que “todo marcha muy bien” sin mayores sobre saltos; es obvio que Blanchard se está refiriendo solo a las ganancias de la oligarquía financiera, a quien sirve como perro de presa, y no el de las mayorías, quienes sufren los estragos de “shocks endógenos y exógenos” continuos provocado por el capital, donde para ellos no “todo marcha muy bien”. Para Blanchard la causa de la crisis está en la excesiva confianza en los instrumentos que su teoría les brindaba.
Bueno, dice el señor Blanchard, con la crisis hemos aprendido varias cosas, entre ellas esta que la inflación no necesariamente debe ser baja ya que esto no permitiría la acción de la política monetaria, y que una inflación estable es necesaria pero no suficiente pues se debe reparar en la tasa real de inflación. Otro punto es que la intermediación financiera no está suficientemente regulada por el arbitraje y que es necesaria la intervención del Banco Central para su regulación respectiva y así evitar la especulación con riesgo. La política fiscal debe acompañar a la monetaria para que la supla cuando esta haya llegado a su límite, los temores por la eficacia de las medidas fiscales no deben existir ya que el largo aliento de la recesión da tiempo suficiente para que estas surtan efecto, más bien los gobiernos deben aminorar las trabas y retrasos para la formulación, promulgación y aplicación de las políticas fiscales. Y por último nos dice que la “Gran Moderación”, que fue resultado del “notable manejo de los instrumentos macroeconómicos”, llevo a un optimismo tal que se permitió la desregulación financiera, confiando la predicción de los riesgos a modelos estocásticos, formalizados como la regla de Taylor, nótese que en su postura anterior había sentenciado que una de las mejores cosas producidas por la convergencia fueron precisamente esos modelos dinámicos de equilibrio general estocásticos.
Cualquiera que conozca el derrotero del señor Olivier Blanchard y lea estas afirmaciones se caería de espaldas, como así un rabioso neoliberal del ayer se convierte en el más fervoroso keynesiano hoy; la respuesta es muy simple y ya la dimos: es uno más de esos tecnócratas que va buscar defender los intereses de sus amos a como dé lugar aunque tenga que sacrificar principios y posiciones, pues al fin y al cabo para eso le pagan y mientras mejor defienda a los explotadores de la oligarquía financiera las migajas que reciba de estos serán más jugosas.
Queda claro el papel de los tecnócratas, pero lo más importante a resaltar de todo esto es que las afirmaciones de este economista evidencia una vez más que los principios rectores de la teoría económica burguesa está totalmente divorciada de la realidad, que ellos mismos niegan sus supuestos más importantes como por ejemplo que el mercado sea el mejor asignador de recursos, que el libre juego de la oferta y demanda lleven a un equilibrio con pleno empleo, el uso pleno de los factores productivos y el bienestar general, y lo inservible de sus modelos matematizados para predecir los movimientos de la economía capitalista; en resumen la teoría económica burguesa hace rato que perdió confiabilidad, al punto de que hoy día, muchos consideran a la Economía como una disciplina menos confiable que la Climatología y la Meteorología. Después de todo, estas últimas son capaces de predecir huracanes y tifones, su curso probable y su intensidad, con la suficiente anticipación como para salvar vidas y bienes, mientras que esta teoría fue incapaz de predecir la crisis financiera y recesiva más grande registrada por el mundo desde la Gran Depresión de los años treinta con un enorme costo económico, humano y social a nivel planetario.
NOTAS
(1) Olivier Blanchard, nacido en Francia, ha desarrollado toda su carrera profesional en Estados Unidos. Ha trabajado en instituciones de investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, y la Universidad de Harvard y se ha desenvuelto también como Director del Departamento de Investigación del FMI.
(2) Este artículo puede ser adquirido en el siguiente paper: http://www.imf.org/external/pubs/ft/spn/2010/spn1003.pdf
(3) Este modelo propone una inflación constante que permita una brecha de producción cero como política óptima.
(4) Política Monetaria: acciones orientadas a modificar la oferta monetaria y/o la tasa de interés con el fin de alcanzar determinados objetivos finales (alto nivel de empleo, estabilidad de precios, estabilidad del tipo de cambio, equilibrio de la balanza de pagos, crecimiento económico, etc.). Los instrumentos básicos del Banco Central para lograr estos objetivos son: operaciones de mercado abierto, tasa de descuento y requerimientos de reservas. (Félix Jiménez, Macroeconomía: enfoques y modelos).
(5) Política fiscal: instrumento para alcanzar y mantener el “pleno empleo y la estabilidad de precios” a través de la demanda agregada (el consumo, inversión, impuestos y balanza de pagos) con el fin de afectar el nivel de producción. (E. Shapiro, “Análisis Macroeconómico”, 2° edición 1976, España).
(6) Definida como la distancia temporal que existe entre el nivel de producción real y el potencial; uno de los problemas que se plantea es como conseguir el óptimo camino para reducir esta brecha.
(7) Este concepto apunta a señalar que si el gasto del estado se incrementa en base a deuda pública y no a mayores impuestos, igualmente las personas no incrementaran su gasto en consumo, al considerar que tendrán que aportar mayores impuestos futuros para hacer frente a los vencimientos de la deuda. La equivalencia ricardiana implica entonces una especie de percepción actual de los impuestos futuros.
1 comentario:
saludos... buen articulo... y al igual que Blanchard los economistas neoliberales han tenido que aceptar una serie de variaciones a su teworía, y para para poder salir del colapso en el que se encuentra la economía...
Publicar un comentario