viernes, 3 de junio de 2011

Las idas y venidas de la teoría macroeconómica burguesa (*)

(PARTE I)

¿Cuál ha sido el derrotero de la visión burguesa de aquel sector que denomina “macroeconomía”? el siguiente articulo solo pretende mostrar de modo general los vaivenes de una teoría que no ha encontrado el quid de las relaciones económicas, y que para lo único que ha servido y sirve es para justificar ese plus que el capitalista lo exprime del obrero y la opresión de la clase capitalista a las demás clases sociales, solamente porque tiene el poder para hacerlo. Una crítica en detalle se hará en posteriores artículos.
1. La macroeconomía de las economías cerradas
La economía prekeynesiana: los clásicos

Keynes denomino clásicos a Smith, Say, Ricardo, Marshall y Mill quienes se movieron por senderos flanqueados por la flexibilidad de los precios, competencia perfecta en mercado de bienes y factores productivos, equilibrio a largo plazo, pleno empleo de dichos factores productivos, desequilibrios transitorios, producción determinada plenamente por la oferta, la no existencia de la subproducción o superproducción gracias al ajuste de precios que postula la ley de Say: la oferta crea su propia demanda, función de producción de rendimientos marginales y decrecientes con variables endógenas como el nivel de precios (se determinan en el mercado monetario) y la tasa de interés ( determinados en el mercado de bienes). Como sacado de un cuento de hadas, los supuestos clásicos solo podían dar lugar a modelos igual de fantásticos.

En el modelo del mercado de trabajo y la determinación de la producción elaboraron una oferta con un individuo que maximiza su utilidad dentro de una función creciente con respecto al salario real y del ocio, es decir con pendiente positiva; la demanda de trabajo la concibieron como empresas competitivas con función de producción de rendimientos marginales y decrecientes que contratan trabajadores hasta que su producto marginal se iguale con su salario real, dando así una función entre salario real y empleo con pendiente negativa; en el mercado laboral la curva de la oferta  y la demanda de trabajo se intersecan determinado el nivel de empleo y salario real.
Un incremento de los precios reduce el salario real, sube la demanda de trabajadores por parte de las empresas y trabajadores ofrecen menos cantidad de trabajo, se da pues un exceso de demanda de trabajo elevando  el salario nominal en la misma proporción que la inflación, el salario real no se altera, por lo tanto tampoco el empleo y el producto.

El mercado de bienes y la determinación de la tasa de interés, el primero es el lugar donde se determina la tasa de interés real cuando el ahorro es igual a la inversión; es decir la oferta de  fondo prestables (ahorro) es igual a la demanda de fondos prestables (inversión). La inversión es inversa a la tasa de interés mientras que el ahorro lo es directamente proporcional.

Para construir el modelo del mercado monetario y la determinación del nivel de precios se recurre a la teoría cuantitativa del dinero donde Md = k (PY); donde Md es la demanda de  dinero, PY es la renta nominal, Y el ingreso real y P es el nivel general de precios; entonces M (la oferta monetaria) va a ser exógena determinada por la autoridad monetaria; en el equilibrio  Md = M entonces M = k (PY), donde k y Y van a estar dados, se desprende que los precios son directamente proporcional a la cantidad de dinero.
El análisis de la política monetaria y la fiscal del mundo clásico empiezan con el supuesto de ignorar el efecto de los precios sobre la riqueza real y el consumo. En política monetaria al incrementarse la oferta monetaria exógenamente se incrementan los precios nominales, el salario real cae dándose así un exceso de demanda de trabajo, esto lleva a una alza de los salarios nominales que incrementan el salario real, dejando intacto el producto, el empleo y la tasa de interés real. En cuanto a política fiscal, el incremento del gasto público por el gobierno lleva a una baja en el ahorro, producto de esto el interés real se incrementa, no afectando bajo ninguna circunstancia el nivel de precios. En resumen ni la política fiscal ni la monetaria determinan variables reales como el producto, empleo o salario real, mientas que si afectan a variables nominales, es decir no hay conexión entre el sector real de la economía y el sector monetario: existe dicotomía clásica.

La teoría keynesiana
La gran depresión de 1929 trajo consigo la reducción del 40 % de pleno empleo, el desempleo comprometía a la cuarta parte de la fuerza laboral, la inversión en 1932 era la novena parte de la de 1929, la tasa de interés real estaba por las nubes y se observaba una persistente deflación llegando al 10 % e 1931; el mundo mágico de los clásicos se había roto; era momento de la teoría de la demanda efectiva de Keynes.

La teoría general del empleo, el interés y el dinero” se presentó como la panacea a la aguda recesión, Keynes modela el mercado de bienes y la determinación de la producción en base al supuesto de que la demanda crea su propia oferta, por lo tanto el estado tiene que entrar a tallar en la economía y declaro solemnemente que los clásicos se equivocaron al plantear como estado normal el pleno empleo. Entonces frente a la existencia de subempleo, la demanda efectiva lleva a incrementos de la actividad económica porque no existen otras fuerzas que la llevan a su nivel potencial.
Pero ¿cómo elevar la demanda?, a través de la inversión, el consumo y el gasto público. La inversión depende de la productividad y la tasa de interés, las expectativas son subyacentes, y las fluctuaciones de la inversión se amplifica con el multiplicador: dado un incremento exógeno de la inversión, la demanda agregada aumenta, llevando a aumentos en la producción, esta a su vez lleva a elevar la renta que conlleva a niveles superiores de consumo; pero no queda allí sino que el ahorro también se eleva llevando consigo a través del multiplicador a una mayor cantidad de incremento de la producción y la renta, es por tanto una política fiscal anticíclica.

El mercado monetario y la determinación de la tasa de interés, se compone de una oferta de dinero totalmente exógena determinada por la autoridad monetaria y una demanda de dinero que no es otra cosa que la preferencia por liquidez, constituida por tres componentes: transacción, precaución y especulación.
Aquí la tasa de interés determina la demanda de  dinero y es además el nexo entre el mercado monetario y el sector real de la economía: no existe dicotomía clásica.

En el modelo keynesiano la oferta agregada es perfectamente elástica y los precios son exógenos, es decir son rígidos, además de la demanda agregada el mercado de bienes determina la producción y el monetario la tasa de interés.
Un incremento de la oferta monetaria baja la tasa de interés, aumenta la inversión incrementando la demanda agregada y esta influye aumentando la producción. Además un gasto del gobierno mayor significaría un incremento de la demanda agregada y esta a su vez hace aumentar la producción. La repercusión inmediata es que los nobles de consumo aumenten, y a través del multiplicar esto llevaría una mayor producción que impactaría positivamente en la demanda de dinero incrementando si la tasa de interés. La gran conclusión, no hay dicotomía clásica.
La síntesis neoclásica
La Teoría General fue desarrollada, conjugando el diagrama de 45° de Hansen con el modelo IS-LM de Hicks y la curva de Phillips. Paso a  ser el aparato macroeconómico que popularizo la Teoría General. La curva IS vendría a mostrar el equilibrio en el mercado de bienes dada una tasa de interés; mientras que la LM establecía el equilibrio en el mercado de dinero donde la producción estaba dada. El intersecto de ambas curvas determinaba el nivel de actividad y la tasa de interés.

Phillips en 1958 encontró a través de una regularidad empírica la relación inversa entre la tasa de crecimiento de los valores y la tasa de desempleo; el alza de los valores se vincula con el alza de los precios dando lugar a la curva de Phillips; quedando así completo el instrumental para determinar las principales variables de la macro: producción, empleo, tasa de interés e inflación.
Mientras esto pasaba por el lado de las variables macro, en los campos de la teoría del consumo, la inversión y la preferencia por la liquidez había un inusitado movimiento. En 1957 Milton Friedman estableció el consumo basado en la renta permanente al amparo del supuesto de que el individuo planifica un nivel de consumo estable en función de su ingreso permanente. En 1954 y otra vez en 1963 Modigliani afirma que el consumo debería estar basado en el ciclo vital pues el individuo desea un nivel de consumo estable, cuando es joven se endeuda porque tiene bajos ingresos, cuando llega a su etapa productiva sus ingresos son  más altos y goza de superávit, y en la vejez desahorra.
Tobin, en 1969, establece la famosa teoría q, un cociente entre el costo de activos de diversos mercados y el valor del stock de capital, del análisis del cociente la empresa tendría un indicador para emitir o comprar acciones. Tobin junto a Baumol, separadamente, contribuyeron al enfoque de la demanda de dinero desde la perspectiva de los inventarios.
Robert Solow, profesor del MIT y nobel de economía en 1987, publica su famoso modelo de crecimiento 1956; este modelo además de presentar algunos supuestos neoclásicos ya conocidos, fundamentalmente se basa en dos ecuaciones: la primera con una función de producción de rendimientos marginales decrecientes, tipo Cobb-Douglas, relacionando el producto  con el capital por trabajador. La segunda es la clásica identidad de las cuentas nacionales de una economía cerrada y sin gobierno en la que la acumulación neta de capital físico es igual a la inversión bruta menos la depreciación. Este modelo enfatiza en el incremento del ahorro para hacer crecer la producción, así: al elevar el ahorro interno, la tasa de ahorro aumenta incrementando de este modo la inversión por encima de la depreciación, quedando un plus que eleva el stock de capital y por la función de producción neoclásica Cobb-Douglas, también aumentaría la producción; aunque al largo plazo la tasa de ahorro no no afecta el crecimiento económico.
En la década del 1970 se evidencio una fuerte inflación que se elevaba al mismo ritmo en que el nivel de actividad disminuía y aumentada el desempleo. El modelo IS-LM y la curva de Phillips con pendiente negativa en el corto plazo empezó a resquebrajarse. Era el momento propicio pata que el monetarismo levantara cabeza y de la mano de  Milton Friedman llevarían a cabo lo que los despechados keynesianos llamarían la “contrarrevolución monetarista”. Friedman enfilaría sus baterías contra tres aspectos de la teoría macroeconómica  imperante: la política monetaria más eficiente frente a la política fiscal, la curva de Phillips y el rol de la política económica.
En 1963, Friedman y Schwartz, plantearon que la cantidad de dinero se había reducido entre 1929 y 1939 y adjudicaron a esto como una de las causas del crack del 29, contradiciendo a Keynes, quien en base al supuesto de la “trampa de la liquidez” y el aumento de la oferta monetaria no se podía usar a la política monetaria para estabilizar las fluctuaciones.
Friedman, en abierta posición a Keynes considero una demanda de dinero estable, dando vigencia a la teoría cuantitativa del dinero en el largo plazo afectando solo a los precios; mientras que  en el corto plazo si se podía elevar el producto y los precios.
Frente a la curva de Phillips, Milton Friedman tenía también algo que decir: el pleno empleo era un ideal y que en la realidad existe una tasa natural de desempleo. En el corto plazo la política monetaria expansiva reduce el desempleo, pero no lo hace en el largo plazo. El trade off entre inflación y desempleo no existe porque la curva de Phillips es vertical y no de pendiente negativa como lo planteaba Keynes.

También a diferencia de este, que confiaba en los instrumentos de política macro para alcanzar resultados deseados en la economía, Friedman confiaba menos por la dificultad que presentaban estos para predecir sus impactos; a lo sumo en política económica debería a aspirarse a mantener una tasa constante de crecimiento del dinero para dar estabilidad en precios y ganar confianza a los agentes.
Las expectativas racionales
La macroeconomía se vio inmersa en una crisis profunda en la década de 1970, a nivel empírico la IS-LM y la curva de Phillips no concordaban con la realidad pues al contrario de los que estos modelos decían, la economía mundial presentaba niveles cada vez más altos de inflación acompañados de un desempleo galopante. A nivel teórico de presento un divorcio entre la macro y micro, esta última era rigurosa en cuanto a la conducta de los agentes mientras que la primera solamente proponía ecuaciones arbitrarias o ad hoc.

Keynes preponderaba las expectativas de los agentes económicos como determinantes para la demanda agregada, estas expectativas las baso en el subjetivismo de los agentes que reaccionaban con optimismo o pesimismo, el “animal spirit” o espíritu animal, es decir el instinto, la intuición.
Cagan en 1956 pone las expectativas en función de errores del pasado y lo llama la hipótesis de las expectativas adaptativas. Lucas y Sargent en 1972 criticaron este supuesto junto al ajuste de los salarios de la curva de Phillips.
Lucas introduce el concepto de expectativas racionales planteando que la gente formaba sus expectativas en base a toda la  información relevante disponible, esto llevaría a que los agentes no cometan errores sistemáticos, esto tuvo sus consecuencias y fueron dos: la primera en cuanto a política macroeconómica, que vio reducida su potencia, y la segunda consecuencia fue que  se empezó a buscar métodos que aborden tanto cuestiones de macro como también a la microeconomía.
La crítica de Lucas, luego de su cuestionamiento a las expectativas keynesiana, Lucas atacaría a varios modelos macroeconométricos desarrollados durante la síntesis neoclásica y de clara influencia keynesiana. Basándose en las expectativas racionales decía que estos modelos no sirven a los gobiernos a tomar decisiones para la economía, pues existe un continuo cambio de regímenes de política económica, por ende al variar estos los parámetros en que se levantan dichos modelos no se ajustan al cambi0 arrojando resultados erróneos.

Teoría de los juegos
Los pioneros en este tema fueron Kydland y Prescott cuando en 1977 señalaron que la política económica no es un juego contra la naturaleza sino contra agentes racionales; en lo fundamental esta teoría pone en cuestión la teoría de control óptimo, planteando la de los juegos.

Teoría de los ciclos económicos reales
Kydland y Prescott fundaron esta teoría en 1982 tratando de hallar los determinantes de las fluctuaciones macroeconómicas. Los keynesianos lo explicaban por política fiscal y los monetaristas por política monetaria.

El supuesto fundamental de esta teoría es que el nivel de actividad económica está siempre en las cercanías de su nivel potencial, la dicotomía clásica llevada al corto plazo. La fuerza determinante que la economía son los choques tecnológicos, estos afectan a la función de producción determinando el nivel de producto y el empleo. Las variables nominales como la oferta monetaria nada tienen que hacer en estas circunstancias, estos modelos se caracterizan por presentar modelos competitivos, la existencia de un individuo representativo que maximiza una función de utilidad intertemporal y una función de producción neoclásica sujeta a choques estocásticos y además dada la ausencia de  imperfecciones los resultados obviamente serán Pareto-eficientes. El desempleo, según esta teoría es “una respuesta natural y eficiente de la economía ante choques desfavorables”. Para levantar el edificio de este modelo es necesario recurrir a aquel hombre solitario que nadie sabe porque hasta hoy vive solo en una isla: Robinson Crusoe. Dicen estos teóricos, este individuo realiza dos únicas actividades: se dedica a la pesca y al ocio; Robinson pescara más (incremento del PBI) si hay un aumento de peces de modo exógeno, por ejemplo una corriente marina favorable, y viceversa. En este modelo la decisión de trabajar es voluntaria, es decir el desempleo es voluntario. La contrastación de las ideas destiladas de esta teoría se  hace  a través del método de calibración/simulación, el primero para la elección de parámetros en base a datos microeconómicos y luego se hacen simulaciones utilizando varianzas y correlaciones.
 (*) Este análisis es tomado de los siguientes libros:
·         Macroeconomía. Un marco de análisis para una Economía Pequeña y Abierta”, Waldo Mendoza y Pedro Herrera, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú-Fondo Editorial, 2006.
·         Macroeconomía. Enfoques y modelos”, Félix Jiménez, Lima. Pontificia Universidad Católica del Perú-Fondo Editorial, 2006.